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TIGRE VENCIÓ A ARGENTINOS 1 A 0 EN VICTORIA

Un mensaje. Eso dejó el 1 a 0 de Tigre sobre Argentinos Juniors anoche en Victoria. Un mensaje escrito desde las intenciones, construido desde las ideas, matizado por la fortuna y firmado, con afecto, desde la entrega. Fue todo un premio el triunfo de los de Gorosito por pensar en el arco ajeno antes que el propio, incluso sin tener las urgencias que sí padece su rival de anoche. Ese tímido conjunto de Ricardo Caruso Lombardi, ahora sin invicto y sacando cuentas en la tabla de los promedios.

En Victoria salieron a la cancha dos equipos con realidades opuestas. De un lado Tigre, con su mira puesta en los octavos de final de la Copa Libertadores, cansado de su aventura por Paraguay en la semana y algo relajado para afrontar el torneo doméstico. Del otro Argentinos Juniors, con memorias de campeón de América que hoy, en épocas de migajas, cuenta de a chirolas los puntos que se lleva de cada partido.

Por la característica de sus jugadores y sobre todo por convicciones de sus entrenadores, fue Tigre el que tomó la iniciativa de juego. Aunque en la noche hubo problemas de conexión entre Botta y Pérez García, esa dupla que le viene cotizando en bolsa a Gorosito. Botta- al que el DT sacó por precaución en el segundo tiempo- se recostó demasiado sobre la izquierda y así se alejó del fútbol. Lo de Argentinos en ataque fue más fácil de reconocer: pelotazos largos para Anangonó y a cargar a la segunda jugada. Sin explotar las bandas con Nagüel ni con el Keko Villalba, igual estuvo más cerca del gol en la primera parte desde la pelota detenida. Desde esa vía lo tuvieron Matías Martínez (su cabezazo pegó en el travesaño), Pablo Hernández y Capurro. El cierre de la primera etapa, a pura expulsión, dejó abierta la incógnita. ¿Quién perdía más? ¿Tigre con la roja a Maggiolo por su insulto al asistente o Argentinos por la doble amarilla de Matías Laba?

Ninguno cambió demasiado tras el descanso. Aunque los minutos sumaron kilos en los músculos del local. Por eso Argentinos se puso a correr. Villalba tuvo más espacio. Pero siempre falló: Nagüel eligió mal en el mano a mano con García y después el palo le devolvió a Pablo Hernández un derechazo. También en el travesaño rebotó el grito de gol de Anangonó, que se había anticipado al cierre de Malagueño. Argentinos expuso durante toda la noche la misma fórmula: invertir menos pero lastimar más. Incluso desde el banco llegó ese mensaje, cuando Caruso prefirió incluir a Barzola y sacar a Nagüel.

Vaya paradoja la del fútbol, entonces, que cuando la visita más cerca estaba del gol, el grito llegó desde el otro lado. A los 38, Galmarini, incansable, llegó al fondo por única vez en la noche, pateó cruzado, el arquero Ojeda dejó corto el rebote en el área chica y Leguizamón la tocó al gol. La imagen de Tigre: Galmarini, sin aire ni para el festejo, pidiendo el cambio dos veces hasta que darse cuenta que ya no había variantes disponibles.

En el final sólo hubo tiempo para la roja a Matellán. Y para que Tigre, entusiasmado, tenga chances de convertir otro tanto con Galmarini y Cisterna. Porque los de Gorosito siguieron yendo. Pensando hasta el último instante en el arco rival. Al cabo, dejando un mensaje

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