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UNA MULTITUD RECIBIÓ AL ORO OLÍMPICO SANTIAGO LANGE

Los gritos y los estruendos cortaron con la rutina del casco histórico de San Isidro y formaron una caravana detrás de una autobomba que aturdía con su sirena. Arriba del vehículo, Santiago Lange levantaba su mano y con la sonrisa dibujada en su rostro saludaba a la multitud con una tranquilidad que va en sintonía con la humildad de los grandes.

El hombre que vive en el agua, descripción justa para esta figura por su carrera deportiva, navegaba sobre un río de gente por las calles de su barrio y lo tiene más que merecido. A sus 54 años, obtuvo la medalla de oro junto a Cecilia Carranza en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en la modalidad de Nacra 17 de vela.

A puro aplauso y aliento, alumnos de escuelas, comerciantes y vecinos acompañaron al deportista y su compañera de equipo hasta la plaza Mitre donde, con la Catedral de fondo, fueron recibidos por el intendente Gustavo Posse.

Tras entonar las estrofas del himno nacional, interpretadas por la Banda de Música de la Prefectura Naval Argentina, un video con la historia de ambos deportistas provocó que la emoción se convirtiera en la protagonista de la tarde.

“Como sanisidrenses nos genera un orgullo especial lo que han logrado Santiago y Cecilia, y esto se ve reflejando en el cariño constante que la gente les está brindando. Son un ejemplo para todos por los valores que transmiten y una motivación para los chicos que están comenzando a navegar”, afirmó Posse.

Además, destacó que en los próximos días, el Municipio declarará a Lange como Ciudadano Ilustre de San Isidro y a Carranza como Huésped de Honor. El pedido para esta distinción se envió al Concejo Deliberante para que lo trate en la próxima sesión.

A su lado, Lange, también ganador de dos medallas de bronce -Atenas 2004 y Pekín 2008- en la Clase Tornado junto a Carlos “Camau” Espínola, no podía contener su emoción. “Desde que ganamos la medalla no paramos de llorar. Que mi ciudad me reciba así, y en este lugar tan especial como la plaza Mitre, me parece demasiado gratificante”.

“Hace tiempo que me siento parte de la familia Lange, que me recibieron con los brazos abiertos, y por eso también me siento parte de San Isidro. Siempre disfruté mucho venir a navegar a los clubes náuticos de la zona”, remarcó Carranza.

Lejos ha quedado esa duda y preocupación de un año atrás cuando un cáncer le quitó un pulmón a Santiago y puso en peligro no sólo su participación en los Juegos de Río sino también su vida. Pero la inmensa pasión del navegante, que compitió con una capacidad respiratoria menor, dio como resultado una victoria épica.

Ahora la imagen fue de fiesta. Lange, envuelto en una lluvia de papeles de colores compartió su medalla con el público. Ese oro al esfuerzo, a la perseverancia, a la humildad, a la lucha contra la adversidad y hasta la enfermedad. La misma que llegó como una amenaza y terminó siendo un impulso para alcanzar la gloria máxima.

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